"... yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá" .

(Jeremías 33:20)


el exilio y retorno del reino de Judá y la promesa de restauración futura del "Tabernáculo de David"



El otro exilio, el del "Reino de Judá", tiene una historia mas conocida. Cuando se declaran los juicios sobre el Reino del Norte - bajo el reinado de Jeroboam II - la Palabra afirma que todavía los "judíos" caminaban con rectitud delante de YaHVéH (Oseas 1.7; 11:12). Pero unos años mas tarde cayeron también en apostasía y "Judá" se hizo merecedor de un juicio similar al de sus hermanos del norte. Así, en el año 587 A.C., el emperador babilonio Nabucodonosor captura Jerusalem y los judíos son llevados en cautividad a Babilonia. Sin embargo, a diferencia del exilio del "Reino del Israel", este exilio babilonio de Judá no sería sin memoria ni retorno. Por lo contrario los judíos conservarían sus costumbres y su identidad nacional y el anhelo de retorno a su patria y a Jerusalem. Y cuando ese retorno se hizo efectivo 70 años después los judíos - ya purificados de sus idolatrías - aparecieron ante los ojos del mundo como los únicos celosos guardianes de los oráculos de YaHVéH y de la identidad de ISRAEL, cuya rama mas populosa – la “casa de Israel” - permanecería oculta entre las naciones sin recordar sus orígenes hasta estos días.


Pero si bien YaHVéH mantuvo un testigo histórico visible de su pueblo santo los traumas de la división (930 A.C.) y la mutilación (722 A,C,) del paradigmático reino davitico habían quedado sin resolución. Y la profecía comienza a hacer referencia a un Rey de la descendencia de David – el “Hijo de David” - que traería un Reino al final de la historia que cumpliría esa demanda pendiente de reunificación de “todo Israel”. Esto es lo que se llama proféticamente: “la restauración del Tabernáculo caído de David” (Amos 9:11, Hechos 15:16-18) que equivale al “Reino de los Cielos” de los evangelios.



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