"... yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá" .

(Jeremías 33:20)







Hay un árbol que purifica en las fiestas que se aproximan y no es el “árbol de navidad": es el candelabro de ocho velas/luminarias que se enciende en Jánuca.

Dice así Wikipedia sobre la fiesta de Jánuca;

Jánuca (חֲנֻכָּה, y sin puntuación diacrítica חנוכה), llamada "la Fiesta de las Luminarias", es una festividad judía que se celebra por ocho días, y en la que se celebra la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos, y la posterior purificación del Templo de Jerusalén de los íconos paganos, del que se recuerda el milagro del candelabro, que ardió por ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite.

Es por lo tanto una fiesta de purificación del Templo, a la inversa de las muchas contaminaciones que introdujo Manasés, incluyendo las imágenes de Asera. Y si bien es una fiesta judía siempre fue para mí algo estrechamente relacionado con el cristianismo.

La fiesta de Jánuca se estructura en torno al número ocho: ocho días, ocho luminarias. Y el "ocho" tiene que ver con el Mesías. En números/letras hebreas es una puerta o umbral que hay que cruzar para ascender a un nuevo nivel espiritual: "Yo soy la Puerta" dijo nuestro Señor. Y el "octavo día" es en la “Fiesta de los Tabernáculos” el día en que se celebra el Reino Mesiánico Venidero/mundo venidero/athid lavo. También el “octavo día” es el “primer día” de la semana, el día de reposo de la cristiandad. El día de la resurrección.

Y hay una costumbre muy hermosa vinculada a esta luminosa fiesta: el árbol/candelabro de Jánuca se debe colocar en las ventanas significando que la luz que tenemos en nuestro interior debemos compartirla con todos. Otro principio cristiano.



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